Vivir el Evangelio
Camilo Andrés Fajardo Pedroza
Jefe de contenidos y relaciones con la Escuela Católica | Colombia
No hay discusión en que el propósito de vida de cualquier cristiano es practicar el ‘buen anuncio’ (εὐαγγέλιον) que realizó Jesús el cristo. Por ello los apóstoles consignaron sus palabras y obras en los cuatro evangelios y se organizaron en torno al primado de Pedro, aquel que confirma a sus hermanos en la fe (Lc 22, 32); el que los apacienta (Jn 21, 15s).
Entonces, ¿qué es vivir el evangelio hoy?
Es ‘vivir’ las enseñanzas de Jesucristo de acuerdo con las orientaciones del ‘Pedro’ de hoy, porque cada uno de estos ‘Pedros’ habla de acuerdo con cada uno de sus contextos.
Pero entonces, ¿qué dice el ‘Pedro’ de hoy sobre cómo vivir el evangelio en la escuela católica?
En el capítulo uno de la Evangelii Gaudium, Francisco propone vivir el evangelio según el mandato misionero del Señor (Mt 2, 19-20): en salida. Para los miembros de una comunidad educativa implica comprender su rol como ‘esencial’ para la evangelización de los jóvenes (CV 222), pero más aún, para el desarrollo social de sus contextos, más que todo, conformando aldeas educativas (Francisco, 2019).
Como es característico del pontífice, este es un llamado a ‘todos’, a sumar fuerzas, a renovar el anuncio kerigmático en las escuelas, a fortalecer la cultura institucional mediante las pedagogías para el cuidado y para el encuentro, a humanizar los currículos y a revisar las didácticas desde la integración de la cabeza con las manos y el corazón, aunque también, haciendo explícitos en todos los espacios de la escuela los siete compromisos que ayudan a reconstruir un Pacto Educativo Global.
Como respuesta a ese llamado del Papa para todos, el sistema educativo CREO trabaja junto con cada escuela católica para que viva el evangelio hoy.
Para ello, involucra distintos elementos del magisterio de Francisco, de acuerdo con cada carisma congregacional, cuando es el caso.
Lo hace, proponiendo contenidos que humanizan el currículo, desarrollando consultorías académico-pastorales e implementando una ruta de formación personalizada a los procesos de cada escuela, para así, apoyar la calidad académica que caracteriza a la escuela católica a la par que su identidad católica inmersa en contextos plurales. También lo hace, teniendo como punto de llegada un Pacto educativo global o, en otras palabras, la transformación de establecimientos educativos en aldeas educativas, según los sueños de cada congregación religiosa, pero, sobre todo, según los sueños de Dios.