Humanización en el uso de la tecnología
Paula Mirón
Jefa de Asesoría Creo |
Argentina
Vivimos en un mundo en el que la tecnología es parte de la vida cotidiana: recetas electrónicas de medicamentos, relojes inteligentes, sensores digitales para lavado de manos, sitios para sacar turnos médicos, o para realizar compras, y hasta usamos apps para medir nuestra actividad. Incluso grandes avances en la medicina y en las ciencias fueron posibles gracias a la tecnología. Esto nos demuestra que, si está bien aplicada, nos ayuda a tener mejor calidad de vida, a organizarnos mejor, a simplificar los tiempos, a llevar registro de nuestras metas o a acortar distancias con amistades y familiares.
Las nuevas generaciones son llamadas “nativos digitales”, ellos se comunican de manera diferente: a través de celulares, tablets, computadoras. Por su lado, la escuela se enfrenta a un dilema donde los docentes no encuentran una manera creativa de captar la atención de los estudiantes que a su vez muestran baja tolerancia a la frustración.
¿Por qué no incorporar la tecnología en las aulas? ¿por qué hay tanta resistencia en utilizarla si ya forma parte de nuestras vidas? La realidad es que cuando los docentes empiezan a descubrir los beneficios de utilizar variedad de recursos digitales que captan la atención y curiosidad de los estudiantes, entienden que puede ser otra alternativa válida para complementar los procesos de aprendizaje.
Decíamos antes que la tecnología, si está bien utilizada puede ser muy beneficiosa para nuestras vidas. Pero qué sucede cuando se utiliza con otros fines, por ejemplo, cuando un compañero la usa para acosar a otro, o cuando se presentan trabajos que no son de la propia autoría. Y es ahí donde la solución es desterrar a la tecnología de la educación ya que trae muchos problemas que no queremos sumar. Pero el problema no es la herramienta, es cómo se usa. Y es justamente donde familia y escuela deben unirse para enfrentar este gran desafío.
¿Y si en lugar de demonizar la tecnología educamos a los estudiantes para que conozcan sobre los riesgos de buscar en sitios inseguros? ¿Y si educamos para que comprendan sobre los peligros del ciberbullying? Es a través de la educación emocional que podemos solucionarlo. En definitiva, es estar informados para saber elegir, y elegir para hacer el bien.
Desde Creo, ofrecemos una solución pensada para los colegios católicos: contenidos basados en valores, para que los docentes de cualquier área o materia puedan utilizarlo y vincularlo con sus contenidos curriculares. Además, el valor agregado de Creo es que su propuesta pedagógica se basa en el Pacto Educativo Global enunciado por el Papa Francisco, un llamado a los actores de las comunidades educativas a reflexionar sobre la cultura del encuentro, el cuidado de la casa común, la esperanza y compromiso social y la humanización en el uso de la tecnología.
En un mundo donde la tecnología avanza a pasos agigantados lo único que puede ayudar a que sea empleada de manera adecuada, es la educación en valores, potenciando así la inteligencia emocional de los estudiantes para que sean cada vez mejores personas.