Una educación radical

Una educación radical

Radical es, a la raíz. Sin manipulaciones ni alteraciones intencionadas, es decir, lo más puro. La educación debe ser radical en ese sentido.

José Pablo Vargas
Representante y asesor de Sistema Creo | Costa Rica

 

 

Me gusta siempre ir a la etimología de las palabras para comprender lo que hablamos. Educar viene del latín “ex – ducere” algo así como sacar de dentro hacia fuera. Colaborar con el estudiante para que saque su yo-auténtico desde dentro. Sin imposiciones ni manipulaciones. Su verdad. La verdad nos hace libres, ¿cierto?

 

Si lo pensamos desde la teología y lo hemos repetido en nuestras capacitaciones a docentes: la tarea del profesor es colaborar con el sueño de Dios sobre cada estudiante. Esto no es una tarea menor. Siempre funciona pensar en la imagen del artista que reconoce en la pieza de mármol la gran obra de arte que resultará al final de su trabajo.

 

Efectivamente, dice Xose Manuel Domínguez que la gran obra de arte de cada persona es ella misma. El niño y el adolescente requieren ayuda, principalmente la de sus padres y luego la del personal de la escuela donde se educa.

 

Esto lleva a la hermosa incertidumbre, diría José Pedro Manglano, que a quien educa le resulta imposible prever cómo acabará su trabajo. Quien adiestra tiene el final más claro. Pero sabemos que el adiestramiento es más propio de los animales, que de las personas.

 

Teniendo en cuenta esto, ¿qué es la educación radical? La que saca la persona y lo mejor de la persona. Tiene en cuenta que no educa a las personas, sino cada persona. Esta diferencia es elemental y habla de la labor titánica que realiza un docente día tras día.

 

Educar a la persona nos lleva a replantear lo que hacemos en nuestro proyecto educativo: desde a qué le ponemos prioridad hasta nuestras tablas de evaluación. La pregunta sigue vigente: ¿pone por delante a la persona o al resultado que esperamos?

 

Francesc Torralba es directo sobre la educación radical: es aquella que busca ayudar a encontrar el sentido a la persona. Aquella que versa sobre las preguntas: ¿quién soy? ¿para qué soy? De este modo, todo el entorno educativo, como la malla curricular, colabora para entender el mundo donde nos desarrollamos con el sentido de comprender mi lugar y mi entorno, por poner un ejemplo.

 

Pasando por el famoso informe Delors, las reflexiones de diversos sociólogos y filósofos sobre la modernidad liquida, advertimos hoy que diversos autores de muy diversas corrientes, tanto occidentales como orientales ponen sobre la mesa el tema sobre la espiritualidad, el sentido de la vida, el modo en que vivimos, las aspiraciones, ¿quién es el héroe a imitar en nuestros días?

 

Una educación no-radical, ha sido manoseada, adulterada, robada de su sentido más original al servicio de todo menos de la persona. Optar por una educación radical, hoy, no solo es un paso valiente sino necesario. Y en nuestro entorno cristiano, será imitar al Maestro, que busca a cada persona, le mira a los ojos y le ofrece una Vida con sentido.

Compartir este post