Bautizados en Cristo: Somos Familia de Dios. Una Invitación a la Esperanza.

Teógenes Pereira de Brito
Asesor en Pastoral y Gestión Educativa Católica.
CREO – Brasil

 

 

¡Saludos, educadores!

La Carta a los Efesios nos recuerda:

 «Por lo tanto, ustedes ya no son extranjeros ni huéspedes, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. Ustedes están edificados sobre los apóstoles y los profetas, que son los cimientos, mientras que la piedra angular es el mismo Jesucristo. En él, todo el edificio, bien trabado, va creciendo para constituir un templo santo en el Señor. En él, también ustedes son incorporados al edificio, para llegar a ser una morada de Dios en el Espíritu.» (Ef. 2,19-22).

Escribo estas líneas con la certeza de que el diálogo y la fraternidad son un bálsamo para el corazón inquieto. Confío en que este mensaje será acogido con apertura y reflexión. No pretendo juzgar ni imponer, sino compartir sentimientos, inquietudes y esperanzas desde nuestra vocación de educadores.

Nuestra misión en esta «Casa Común» está llena de desafíos, pero también de sentido. Nos enfrentamos a pruebas y sufrimientos, pero iluminados por una esperanza mayor. Ser una presencia significativa en la vida de los demás es un acto de servicio que fortalece y renueva.

Desde marzo de 2020, la pandemia nos hizo conscientes de nuestra fragilidad. Descubrimos que no controlamos la vida, sino que la recibimos como un don. La naturaleza, con su belleza y misterio, nos exige respeto y cuidado. Vivimos en un mundo que nos engaña con la ilusión de posesión, cuando en realidad todo es gracia y confianza en Dios.

Hoy, más que nunca, necesitamos reencontrarnos con el propósito de nuestra existencia. Que la fe, la esperanza y la caridad guíen nuestro camino. Que nuestra vida y misión educativa sean testimonio del Reino de Dios, luz en un mundo lleno de incertidumbres.

Mantengámonos firmes en lo que nos impulsa cada día: el deseo de ser mejores, de servir y de transformar. Como dice el escritor brasilero Guimarães Rosa: «Lo que la vida quiere de nosotros es coraje». Y Cristo nos dice: “Yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo” (Mt. 28,20).

Que Dios nos acompañe siempre.

 

 

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