CIEC en República Dominicana: se respira esperanza y un futuro verde.

Un encuentro siempre es un instante esperanzador y humanizador.

José Pablo Vargas
Representante y asesor de Sistema Creo | Costa Rica

 

 

Pensar en un encuentro masivo de escuela católica multiplica esos sentimientos. Esta es la primera impresión que puedo decir del XXVIII Congreso de Escuela Católica de CIEC en Santo Domingo, República Dominicana.

Encontrar tantas personas implicadas en la tarea educativa, de tan diversos lugares de América tiene tintes de milagro y corresponsabilidad. Pero aún más el tema central que convocó: un futuro compartido y sostenible. Si bien tenemos muchos años dialogando sobre la casa común, fuertemente desde la publicación de Laudato Si, este espacio ha sido maravilloso y a la vez, genera compromisos más concretos.

La preocupación por un futuro compartido y sostenible es casi universal. Podría ser el tema y el lenguaje que nos lleve a un espacio kerigmatico junto los demás miembros de nuestras comunidades educativas. Además, se queda muy grabado algo elemental y clave en las tareas por venir: las relaciones. Es decir, cuidar la relación con el otro, El Otro, y lo otro como clave de los proyectos educativos pastorales que se desarrollan en nuestra región.

Las ponencias han hecho reflexionar sobre ese deber que tenemos en la escuela católica de llevar el Evangelio en vena a todas las esferas de la vida, comprometidos con una educación para la comunidad. Esto implica incluso llevar la luz del Evangelio a acuerdos internacionales como los Objetivos de Desarrollo Sostenible y seguir impulsando con fuerza cada uno de los puntos del Pacto Educativo Global.

Ante un reto de tales dimensiones, me quedo con la inquietud de pensar en nuevos lenguajes en la transmisión del Evangelio, nuevas prioridades pastorales y nuevos métodos de pastoral, de abrir las puertas de nuestras escuelas a la comunidad inmediata y también a proyectos ambiciosos y comunes con otras escuelas para generar una experiencia diferente, pero a la vez necesaria. Solo reconociéndonos más hermanos tendremos la necesidad de pensar en una casa común que cuidar.

No podemos dejar de mencionar ponencias destacadas como la de Emilce Cuda, secretaria del Pontificio Comisión para América Latina y las palabras siempre cercanas del Cardenal Óscar Rodríguez Maradiaga, ambos con lecciones importantes como la educar para una transformación social y por ende ecológica y no solo sostener ideas o proyectos aislados dentro de la escuela.

Afortunadamente, digo con convicción que en el Sistema CREO ambas preocupaciones son abordadas: la fraternidad y el cuidado de la casa común, de manera tal que seguimos colaborando con nuestras distinguidas escuelas en sus proyectos educativos pastorales, llevando una transversalidad desde el currículo hasta la familia, en estos ejes propuestos. Por ello, a días de haber concluido este magnífico congreso seguimos esperanzados en el futuro por venir.

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