Acompañamiento resiliente

Acompañar desde la resiliencia es salir al encuentro para devolver el sentido y la esperanza, a través de la comunicación adecuada.

Jessica Villacrés Baldeón
Coordinadora académica de Sistema CREO | Ecuador

 

 

Es importante aprender a decir las palabras precisas frente a la experiencia de dolor de una persona. Una buena comunicación puede ser evangélica y terapéutica (salvífica) si usamos nuestra mirada de acompañantes y rescatamos la memoria del acompañado.

La mirada como factor de resiliencia es la mirada liberadora de toda atadura. Se trata de una mirada empática, que se convierte en una forma de compasión ante el sufrimiento de los demás. 

La Memoria. Una urgencia espiritual y psicológica de primer orden es la purificación de la memoria y el saneamiento de los recuerdos. Las experiencias positivas del pasado, cuando son evocadas sanamente permiten descubrir en ellas el valor que no logramos encontrar en el presente. Las experiencias negativas, por su parte, pueden ser evocadas para bien y para mal, para crecer o para sufrir más. Lo cierto es que contra el recuerdo parece mejor no luchar, sino conducirlo y ser dueño de él. 

Se puede trabajar la memoria y la mirada a través de: 

  1. Teología de las lágrimas, implica aproximarse al sufrimiento con inteligencia compasiva. Lo más importante es, sin duda, el poder terapéutico del encuentro. La cultura del encuentro evocada varias veces por el Papa Francisco es fruto de la experiencia de comunión. Se trata de escuchar a los demás, de buscar juntos el camino en medio de las dificultades.
  2.  Alianza terapéutica, permite promover y respetar la autonomía de la persona ayudada. Nace de una mirada positiva a la persona. Se mira la belleza del poder de autoayuda de cada uno. La alianza terapéutica es el nombre de un compromiso estrecho entre el agente de pastoral y la persona acompañada, que hace bella la experiencia del encuentro en medio de los dolores. 
  3. Crecer en la adversidad, una de las formas de belleza en las crisis es la que, en palabras de Pablo sería expresada en estos términos: «Cuando soy débil, entonces soy fuerte» 2 Cor 12,10. Es un modo hermoso de mirar el futuro con esperanza, también desde la debilidad.

Uno de los objetivos del acompañamiento es fomentar la resiliencia en la crisis, pero difícilmente podremos ayudar a los demás si no partimos de una experiencia de haber sido ayudados, de habernos reconocido vulnerables y haber buscado mediaciones para afrontar nuestras «sombras». El agente de pastoral realiza su acción terapéutica sólo si ha trabajado en sí mismo, y este trabajo lo ha convertido en una persona sana, saludable, sanadora; una persona que vive una salud integral, responsable, gozosa, liberadora, solidaria, personal y comunitaria, abierta a la salvación, es decir resiliente.

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